El reloj de Sta. Gema

En la mañana Gema se levantaba sin tardanzas. En menos de cinco minutos se las arreglaba para vestirse, lavarse, peinarse, y, con el sombrero puesto, estaba lista para irse a la iglesia. A esa hora ella sólo a eso se dedicaba. No hablaba ni una palabra con nadie. Deseaba que los primeros frutos del día fueran para Jesús.